La característica más destacable de la mandarina satsuma es que es de las últimas variedades en florecer pero de las primeras que se recogen (tiene temprana recolección: entre el 25 de agosto y el 30 de septiembre, es decir, recolección verde) para mantener intacta y óptima la relación de azúcares y acidez que dota a esta mandarina de su gran sabor.
La mandarina Satsuma fue descubierta en Japón, como la mayoría de variedades de dicha especie, por mutación espontánea de yema de satsuma Okitsu. Se originó alrededor del año 1400, y todavía es la principal especie cultivada en Japón, donde alcanzan una calidad muy elevada.
Una de las características de los árboles de estas mandarinas, que son de tamaño pequeño a mediano, es que son los últimos que florecen, y sin embargo son de los primeros que se recolectan, consiguiendo que las heladas tempranas y/o tardías no suelan afectarlos.
El fruto de la mandarina Satsuma es de buen tamaño, con forma redondeada ligeramente achatada, necesita aclareos.
La corteza, gruesa y rugosa, se catacteriza por ser brillante, de color naranja amarillento y de fácil pelado. Cuando la abres puedes notar el aroma ácido que desprende este tipo de mandarina.
La mandarina Satsuma se caracteriza también por su baja relación de azúcares y acidez. Además presenta un calibre idóneo siempre y cuando el productor haya aclarado a su debido tiempo la mandarina.
Su alto contenido en zumo hace de ella un fruta exquisita que además no presenta semillas en su interior.
Las mandarinas Satsumas son muy utilizadas en la industria para la fabricación de conserva de gajos en almíbar o en zumo natural, entre otros motivos por carecer de pepitas. España y Japón son los máximos exportadores de conservas de gajos de mandarina.
